viernes, 26 de febrero de 2010

Ángeles productores de sueños

Al cielo llegó, hace varios siglos atrás, la revolución productiva y con ella la división del trabajo. Es por eso que los ángeles cumplen diferentes funciones en la empresa celestial. Están los conspiradores de amor, están los conspiradores de desamor (estos son mucho más efectivos que los anteriores), están los ángeles guardianes, los arcángeles, los ángeles compañeros de soledades y los ángeles productores de sueños, entre otros.

Los últimos gozan de una enorme creatividad, pues para producir sueños se necesitan innumerables recursos creativos y una imaginación privilegiada. Se dice que cuando un artista muere, se lo contrata como asesor de esta área.

La creatividad, para estos espíritus con alas, es una característica sine qua non a la hora de querer acceder a un puestito de productor de sueños. Cabe aclarar, que entre los ángeles este puesto es muy codiciado, ya que da mucho prestigio pertenecer al APS (Área de Producción de Sueños). De esta área surgieron ángeles como Gabriel o el mismísimo Cupido.

Un día, estos ángeles, intrépidos y locuaces, aburridos de tan monótono trabajo, decidieron intercambiar los sueños de sus soñantes.

Fue así como la viuda de Gonzáles en las vísperas de sus 60 años soñó con el hijo adolescente de la señora Páez, hijo, que la viuda, no había visto en su vida pero que en su sueño conoció más de lo que a su difunto marido en 35 años de casada.

O como el sueño del señor Gómez, que se emocionó hasta las lágrimas cuando soñó a su hija entrando de blanco a la iglesia el día de su casamiento. Cabe aclarar que Gómez despierto, no sólo era un solterón empedernido y cuarentón, sino que además tenía variados apetitos sexuales, apetitos en los que se excluía de cualquier privilegio hasta la más hermosa de las mujeres.

Así, Pedro soñaba con Soa, la hija de la señora Kim, quienes vivían a miles de kilómetros del barrio de Alberdi.

O el kiosquero de la esquina de Colón y Santa Fe soñaba en mandarín, idioma que no sabía si quiera que existiera.

La oficina de APS se convirtió en poco tiempo en la atracción de las horas de descanso del resto de los trabajadores celestiales, quienes en los ratos libres o al término de la jornada laboral se acercaban a la oficina para reírse de los insólitos desenlaces.

Lo más divertido era cuando los soñantes despertaban, pues en los sueños todo les parecía normal y cotidiano, pero al despertar se pasaban el día entero tratando descifrar aquel sueño, hecho que provocaba grandes carcajadas en el APS.

Los que más se vieron beneficiados con estos hechos fueron los discípulos de Freud, de hecho, al cabo de dos meses los freudianos se multiplicaron tanto que había, por lo menos en Alberdi, uno por cuadra, o incluso dos. Por supuesto que, si bien había psicoanalistas de profesión, la mayoría eran charlatanes que nunca habían pasado ni cerca de la facultad de psicología e incluso pensaban que Freud era el dios romano de los sueños.

Por esos días la interpretación de los sueños se había convertido en la vedette de las conversaciones entre vecinos y compañeros de trabajo.

No debemos olvidar que el APS funcionaba a nivel mundial, tanto así, que mucha gente aprendió diversos idiomas con sólo ocho horas de sueño.

El conflicto mayor se produjo cuando las personas desconocidas con las que se soñaba aparecían en la calle poniendo así en duda la vigilia. Además se empezaban a mezclar los idiomas. Un francés se pasaba el día hablando en sueco, un keniano en ruso y un australiano en árabe.

La tierra se volvió un caos, la gente no entendía nada. Incluso Freud, desde donde se encontraba comenzó a quemar sus libros y a pensar nuevas teorías referentes al sueño, en vaya a saber qué idioma.

De hecho, yo que estoy escribiendo esta historia, estoy dudando de, si mi verdadero idioma es el español, si soy argentina, de si estoy despierta o dormida y si el cuento es realmente mío.

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