lunes, 30 de marzo de 2009

Gris Cemento

Buenos Aires 5 de noviembre. La humedad invade la ciudad gris cemento. El aire huele a smock que penetra por la nariz y atrofia todos los sentidos. La gente corre sin mirar a su alrededor. Yo estoy suspendida en el tiempo y el espacio. Miro pasar al gentío paranoico, egoísta, solitario. Yo me siento así también, en una ciudad infinita, peligrosa y cosmopolita, donde mi único aliado soy yo misma. La soledad me invade, el miedo me persigue y me pregunto ¿cuán lejos estoy de casa?

miércoles, 25 de marzo de 2009

La punta de los venados


Los olores de la infancia, el bullicio de la adolescencia, los sabores de los primeros amores, la suavidad de las manos mansas, la vista nublada por las lágrimas, el recuerdo de los viejos.

Mi calle de tierra, el descampado, el Shopping. Una dirección desconocida, la locura, mi barrio. Las vecinas de enfrente, el rubiecito de al lado, la escondida, la mancha, el tejo, el asalto, los primeros lentos.

El boliche de los viernes, las noches en carpa, la luna sobre el lago, el rasguear de una guitarra.

Las mañanas en la escuela, las indignas monjas, por fin la educación pública, los compañeros del curso, los docentes sin corbata, los desaparecidos. Las rateadas en grupo, las pre-horas trasnochadas, los recreos de la mano.

Los amores no correspondidos, los besos descarados, las pasiones adolescentes, las hormonas alborotadas, las incontables borracheras, el vino en caja.

Los amigos, la tonada, la peña con empanadas, la avenida, la plaza con próceres a caballo, la iglesia. Las calles angostas, las veredas sin árboles, las casas despintadas. La montañas de fondo, las noches estrelladas, la luna llena.

La alegría de los regresos después de varios meses de ausencia. En fin… Son innumerables los recuerdos que me llevan a mi pago, así es San Luis de Loyola de la punta del venado de la nueva medina del río seco.

lunes, 23 de marzo de 2009

En las nubes

Manteniendo intacto los recuerdos de aquellos días, puedo recordar cada segundo, cada instante, cada sensación.

¿Cómo traducir en palabras aquellas sensaciones tan intensas y a las ves tan distraídas y relajadas? ¿Como se explican los sentimientos con palabras?

Solo algunos poetas se han acercado a través de discurso a traducir parte de ellos, o mejor aun, han sabido generar diferentes sentimientos, pero ¿Quién sabe si aquello que realmente sentimos es lo mismo que quisieron transmitir?

Aquel viaje para mi fue un paréntesis en mi vida y ojala la vida me regale muchos de estos, en donde la mente y su raciocinio no tengan lugar. En este lugar andino la sangre se desplaza por las venas libremente conectando cada célula. El olfato se agudiza, la vista se nubla ante tanta belleza y el oído se acostumbra a tanto silencio.

El miedo me perturbaba, a veces, y la ansiedad revoloteaba mi alrededor tratando de apoderarse de mi paz interior, por momentos lo conseguía, por momentos me era indiferente.

Cierro los ojos y aparecen las casas de adobes, las montañas con nubes, las pieles negras, la nariz reseca, el sol en la frente, las noches frescas. La piel morena y brillante de los niños, las caras con arrugas profundas de los grandes, las manos ásperas de tanto trabajar la tierra. Los ojos rasgados, las narices anchas, las espaldas cansadas, las caras con mocos, las uñas con tierra.

La ferviente devoción y los festejos paganos. El carnaval y sus colores, la procesión de la virgen con flores. Cristo, el sol, la pachamama, los dioses incas. El demonio y sus permisos, el alcohol y sus ritos. La chicha, la aloja y el vino.

Las empanadas fritas, la humita en chala, el pan casero, la coca cola, la marihuana, los hippies.

Todo se mezcla. El adobe, la paja, las ovejas, las llamas, las cuatro por cuatro y los cajeros automáticos. La tapera y el Internet, los telares y el celular. El quechua y el inglés. La pobreza y el turismo. La tierra y el sol.

Al despertar

Al salir del trajín de la ciudad me quede exhausta sobretodo teniendo en cuenta mi trasnochada y aquella ingesta de alcohol.
Al despertar, lejos quedó el ruido, el gentío, el cemento. Por mi cuerpo circulaba la sorpresa y la admiración... Mis ojos estaban encantados ante tanta belleza. La cordillera y la nada. Me sentí pequeña, rodeada de la inmensa mole de arcilla y piedra, de las casitas de adobe y las nubes jugando con los cerros. En ese momento descubrí la belleza...