lunes, 23 de marzo de 2009

En las nubes

Manteniendo intacto los recuerdos de aquellos días, puedo recordar cada segundo, cada instante, cada sensación.

¿Cómo traducir en palabras aquellas sensaciones tan intensas y a las ves tan distraídas y relajadas? ¿Como se explican los sentimientos con palabras?

Solo algunos poetas se han acercado a través de discurso a traducir parte de ellos, o mejor aun, han sabido generar diferentes sentimientos, pero ¿Quién sabe si aquello que realmente sentimos es lo mismo que quisieron transmitir?

Aquel viaje para mi fue un paréntesis en mi vida y ojala la vida me regale muchos de estos, en donde la mente y su raciocinio no tengan lugar. En este lugar andino la sangre se desplaza por las venas libremente conectando cada célula. El olfato se agudiza, la vista se nubla ante tanta belleza y el oído se acostumbra a tanto silencio.

El miedo me perturbaba, a veces, y la ansiedad revoloteaba mi alrededor tratando de apoderarse de mi paz interior, por momentos lo conseguía, por momentos me era indiferente.

Cierro los ojos y aparecen las casas de adobes, las montañas con nubes, las pieles negras, la nariz reseca, el sol en la frente, las noches frescas. La piel morena y brillante de los niños, las caras con arrugas profundas de los grandes, las manos ásperas de tanto trabajar la tierra. Los ojos rasgados, las narices anchas, las espaldas cansadas, las caras con mocos, las uñas con tierra.

La ferviente devoción y los festejos paganos. El carnaval y sus colores, la procesión de la virgen con flores. Cristo, el sol, la pachamama, los dioses incas. El demonio y sus permisos, el alcohol y sus ritos. La chicha, la aloja y el vino.

Las empanadas fritas, la humita en chala, el pan casero, la coca cola, la marihuana, los hippies.

Todo se mezcla. El adobe, la paja, las ovejas, las llamas, las cuatro por cuatro y los cajeros automáticos. La tapera y el Internet, los telares y el celular. El quechua y el inglés. La pobreza y el turismo. La tierra y el sol.

1 comentario:

Eugenia dijo...

Como dijo el amigo Caparrós: la belleza de la desolación.

Como digo yo: Los verdes y rojos que se amontonan.

esos atardeceres no se borran de la retina jamás.

que yo tampoco olvido cuando no hay que olvidar...


abrazo!